Escrito por Gherda Barreto, Representante de la FAO en Ecuador
El mundo produce hoy lo suficiente para alimentar a toda la población. El verdadero reto no está en la producción, sino en reducir lo que se pierde antes de llegar a la mesa. En el Ecuador, cada año se desperdician cerca de 939 mil toneladas métricas de alimentos. Esta cifra, lejos de desalentarnos, nos recuerda el enorme potencial de aprovechar mejor lo que producimos. Por ejemplo, con esa cantidad se podría alimentar a 2,5 millones de personas.
Se estima que un tercio de los alimentos producidos en el país se desperdicia, principalmente por la falta de infraestructura adecuada y de mecanismos de prevención. Este fenómeno se presenta a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde el campo hasta los hogares, y no solo significa pérdida de comida, sino también de recursos valiosos como agua, energía, suelo y trabajo. Es clave recordar que los alimentos nunca deben considerarse “basura” o desechos: siempre pueden tener un uso o reúso, según sus condiciones.
Desde el trabajo comunitario y la eco-gastronomía se amplían las acciones frente a las PDA. Al recuperar, transformar y compartir alimentos en riesgo de ser descartados, las comunidades generan educación, cohesión y fortalecimiento cultural. La eco-gastronomía (nexo entre patrimonio culinario, territorio y sostenibilidad), revela que detrás de cada alimento hay personas e historias que amplían su valor de los alimentos. Así, lo que parecía desecho se convierte en oportunidad: un plato nutritivo para grupos vulnerables, un insumo para mejorar cultivos o un recurso para nuevas expresiones culturales. Cada acción comunitaria frente a las PDA activa economías locales, impulsa la responsabilidad ambiental y abre caminos hacia sistemas alimentarios más sostenibles e inclusivos.
La FAO respalda la adopción de dietas saludables sostenibles, con énfasis en el consumo de productos locales y de temporada. Estas prácticas no solo ayudan a reducir las emisiones de carbono asociadas al transporte de alimentos, sino que también favorecen la agrobiodiversidad y fortalecen las economías locales. En línea con ello, impulsamos iniciativas que aseguren el acceso a alimentos nutritivos, promuevan hábitos alimentarios saludables y concienticen sobre la relación entre alimentación, salud y sostenibilidad.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una responsabilidad compartida que comienza en cada hogar y se extiende a toda la sociedad. Cuidar lo que producimos y consumimos significa proteger nuestra alimentación y economía, pero también garantizar un futuro más justo y sostenible para todas y todos.
Cada 29 de septiembre, el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos nos recuerda que todas las personas, desde el lugar en el que estemos, podemos contribuir para que la pérdida y el desperdicio de alimentos sean cosa del pasado.