El fósforo, sin lugar a dudas, es uno de los elementos más importantes para la nutrición de las plantas, así lo refiere el profesor argentino Gustavo González, en uno de sus artículos técnicos.
Su presencia en el suelo, es fundamental en procesos biológicos como la división y crecimiento celular y en procesos vitales como la fotosíntesis, glucólisis, respiración y síntesis de ácidos grasos, extendiéndose su relevancia a las partes constitutivas esenciales de los ácidos nucleicos, fosforecidos y ATP.
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Todo lo señalado determina claramente que el suministro del nutriente fósforo sea fundamental para la nutrición vegetal; de ahí entonces que las raíces de las plantas y los microorganismos del suelo trabajen para proveerlo.
Numerosos procesos biológicos y particularmente algunos que tienen que ver con la solubilización del fósforo orgánico e inorgánico para ponerlo a disposición de los microorganismos y las raíces de las plantas en la solución del suelo desde donde se nutren.
Son varios los grupos microbianos capaces de solubilizar el fósforo edáfico y entre ellos los de mayor relevancia son los hongos. Muchos son patógenos como Aspergillus, Fusarium y Sclerotium.
Este último grupo y particularmente una de sus especies Pseudomonas fluorescens, han demostrado una gran capacidad de solubilizar las fracciones orgánicas e inorgánicas del fósforo presente en el suelo y consecuentemente se han transformado en microorganismos más que interesantes para ser aislados, purificados y multiplicados con el propósito de elaborar inoculantes microbianos de alta eficiencia solubilizadora del nutriente fósforo.
Estos inoculantes bacterianos han tenido un excelente impacto en el crecimiento y desarrollo de los cultivos, especialmente de gramíneas como el trigo, y han impactado favorablemente sobre el rendimiento.