Basta de perder oportunidades
La finalización de la pesca exploratoria de anchoveta en la zona norte – centro, debido a irrefutables razones biológicas y ambientales, tendrá un efecto negativo en los indicadores del sector para este año y en la producción mundial de alimentos para la acuicultura (según el portal misPeces.com, Perú representa aproximadamente el 20% de la producción de harina y aceite de pescado del planeta, dos ingredientes imprescindibles para el crecimiento de las especies acuícolas alimentadas).
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En el quinquenio pasado, la extracción de anchoveta durante la primera temporada en el área referida, registró en promedio 2.42 millones de toneladas, con una exportación de harina y aceite de pescado que generó en promedio 1,203 millones de dólares anuales, equivalentes a poco más del 30% de las exportaciones pesqueras nacionales (3,678 millones de dólares por año).
Con la cuota asignada para el periodo junio y julio en el Norte-Centro, que se había definido en una captura límite de 1’091,000 toneladas, se esperaba que la industria elaborara 266 mil toneladas de harina de pescado y 41 mil toneladas de aceite crudo, con lo que se alcanzaría una contribución del 16.8% de la producción pesquera proyectada para 2023 y más de 42 mil puestos de trabajo directos e indirectos en las fases de extracción, producción y comercialización. Queda claro que con la actual situación, derivada de la evaluación científica y recomendación del Instituto del Mar del Perú (Imarpe), el PBI Pesquero extractivo 2023 se vería reducido en un 10.4%. Aunque inevitable, son malas noticias para un país en cuyo primer trimestre el PBI Nacional cayó en 0.4%, según el BCR, “en un contexto de conflictos sociales, ausencia de nuevos megaproyectos mineros y caída de la inversión pública subnacional”.
El buen desempeño de la pesca orientada al consumo humano directo (CHD) atenuaría parcialmente esta disminución, ya que se le estima un crecimiento de 8.6% para 2023. Entre enero y abril de 2023, el desembarque pesquero de CHD alcanzó 721 mil toneladas, volumen que significó un aumento de 43.4%, respecto al mismo periodo del año previo, explicándose por el incremento observado en pota (+118.1%), atún (+66.9%), bonito (+23.2%), jurel (+20.5%) y caballa (+20.1%). Hay razones para ser optimistas ante la probable persistencia de las condiciones cálidas anómalas en el mar, las que favorecen una mayor abundancia de las citadas especies. En ese escenario, las exportaciones para consumo humano aumentarían a 1,700 millones de dólares.
En términos laborales, la actividad pesquera del ámbito marítimo de CHD en el último quinquenio (2018-2022) ha contribuido con 92% de los puestos de trabajo formales en el sector pesquero. En 2023, se espera que el empleo en esta actividad aumente en 7%, equivalente a 58,500 trabajadores. Todo esto se ha conseguido, a pesar de las zancadillas y obstáculos que enfrentan los pescadores y emprendedores de la pesca y a la incomprensión de agencias públicas que acosan a los formales y parecieran despejar el camino para la ilegalidad que opera a vista y paciencia de todos.
Si tuviéramos una Política Nacional de Pesca, la cual recién ha comenzado a formularse, y la promoción de la acuicultura hubiera tenido la misma suerte que la actividad agrícola en los últimos 23 años, tendríamos un sector pesquero y acuícola para consumo humano competitivo que lideraría un crecimiento sostenido en el país y no veríamos tan lejanos a nuestros vecinos Chile y Ecuador que se disputan los primeros lugares entre los grandes productores del mundo como China y Noruega. Basta de perder oportunidades, dejemos de ponerle freno al Perú.