Desafíos de los fabricantes de maquinaria agrícola en Argentina
Diego Wilfredo Agnes, Profesor Adjunto (FAUBA), Director Especialidad en Mecanización Agrícola de la Universidad de Buenos Aires, recopila indicaciones que hacen varios especialistas sobre la evolución de la mecanización agrícola en ese país. De esa publicación extraemos algunas puntualizaciones de este diagnóstico.
El subsector de equipos de siembra tuvo un sostenido crecimiento en Argentina desde el año 1951, principalmente en las regiones de mayor producción agrícola como Santa Fe y Córdoba.
La difusión del cultivo de soja y de la siembra directa en cultivos extensivos impulsó fuertemente a esta industria; la misma se enfocó en la fabricación de sembradoras adaptadas a este nuevo sistema de producción. Los constructores de sembradoras se encuentran muy atomizados y se caracterizan por innovar permanentemente en el diseño de los productos, aunque no cuentan con fuertes departamentos de Investigación y Desarrollo.
Es la demanda la que tracciona el proceso de innovación
En el grupo se destacan los tractores y cosechadoras, y las sembradoras nacionales abastecen más del 90% del mercado interno.
En 1951 se declara en Argentina de interés nacional a la industria de máquinas e implementos agrícolas y sus repuestos, llegándose a abastecer la totalidad de la demanda local de los equipos no motorizados solo cuatro años más tarde.
Los talleres y fábricas locales no tuvieron capacidad de transformase en un nivel superior de organización industrial.
Esto lleva a plantear si la atomización de la oferta no es resultado o espejo de la atomización de la demanda. El 65% de las ventas se reparten entre ocho o nueve firmas nacionales y a partir del fomento a la producción por parte del Estado se genera la veloz aparición de empresas dedicadas a este rubro; se siguió manteniendo una estructura de taller familiar, pero se dio la separación en el camino que siguieron los tractores y cosechadoras respecto de los equipos que no poseen un motor en su conformación, como es el caso de las sembradoras, máquinas de labranza y equipos para la producción de forrajes.
Los fabricantes locales de equipos autopropulsados (esencialmente cosechadoras de cultivos de grano) no pudieron competir con las empresas extranjeras con lo que rápidamente son desplazados del mercado interno.
En la década del 70 el cultivo de soja y la siembra directa impactaron con fuerza en el desarrollo de los equipos de siembra.
Las empresas fabricantes de sembradoras dejaron de producir equipos para la siembra con labranza previa; interrumpieron la producción de máquinas de labranza, en la que muchas eran líderes, y se dedicaron en forma exclusiva a la fabricación de sembradoras de cultivos extensivos para siembra directa.
Las empresas del subsector de sembradoras focalizaron su estrategia competitiva en el diseño y mejora adaptativa de productos buscando diferenciación a partir de la mejora en la funcionalidad del equipo, entre lo que cabe destacar los sistemas de dosificación de la semilla e incorporación de sistemas de agricultura de precisión; bajos gastos de mantenimiento en el servicio de postventa y, en la actualidad, mejoras en la operación del equipo de siembra.
La reposición ideal debiera ser, según CAFMA (2019) de unas 4.500 sembradoras por año para lograr un notorio proceso de modernización del parque.
El subsector de sembradoras posee seis características distintivas del resto del sector de la maquinaria agrícola argentina
. Las partes donde hay más empresas corresponden con las de mayor producción agrícola. Esta cercanía geográfica lo es también con firmas proveedoras de insumos, muchas de las cuales abastecen a distintas armadoras, pero esto no implica que le entregue, a cada una de ellas, el mismo diseño de un insumo en particular.
La demanda generó una fuerte especialización en el rubro de sembradoras y resultó en que el subsector sea el que genere tracción al clúster de maquinaria agrícola argentina.
Fabricación en escala: una consigna indispensable
Las máquinas responden a necesidades propias y especificas del mercado nacional y sólo aquellas firmas que consiguen comprender y fabricarlas en función de estos requerimientos absorben la demanda existente. Las estrategias de negocios sobre la cual descansa la competitividad se basa en una red de comercialización propia y en la atención a las necesidades de las economías regionales, entre otras.
Los problemas principales para lograr economías de escala son los altos costos de la fabricación nacional para competir en el mercado mundial, principalmente por el elevado valor de las materias primas, la falta de estandarización de las piezas, los déficits de la industria auxiliar y un mayor costo laboral que dificulta incrementar la fabricación en serie e incorporar las técnicas más modernas.
La alta tasa de modificaciones en los modelos que se lanzan al mercado, que da esta característica de rápida adaptación a las diferentes condiciones de trabajo, genera la aparición de series cortas de producción, y esto se ha descrito anteriormente como una de las causas que impiden una economía de escala para acceder de forma permanente al mercado externo, donde las grandes multinacionales de maquinaria agrícola consiguen ubicar sus productos y permanecer durante años con un mismo modelo al que se suele modificar su diseño como una estrategia de diferenciación de producto.
Los avances en agricultura de precisión y componentes electrónicos exigen complementar las competencias de diversos sectores –las tecnologías de información y comunicación y la digitalización.
Cuando los vínculos entre las firmas y sus proveedores van más allá de la compra-venta de insumos, hay un impacto positivo en el rendimiento exportador, en tanto que las vinculaciones entre las mismas con instituciones del sistema científico-tecnológico afectan negativamente la conducta en este aspecto.
Si bien hay signos positivos para el desarrollo de este sector por la difusión de la siembra directa a nivel mundial, expansión de la actividad agroalimentaria en América Latina (Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Colombia), el esfuerzo Sectorial de Maquinaria Agrícola gaucho debe reforzar la dinámica de innovación y diferenciación de productos, amalgamar la atomización de la oferta, también generado por la atomización de la demanda y generar un proceso de colaboración de las universidades a fin de abaratar costos.
Adicionalmente, si bien la imagen país actual de Argentina en mercados extranjeros en materia de maquinaria agrícola es de calidad, no es de peso para competir con marcas líderes mundiales por lo cual toda estrategia que apunte a trabajar en el asociativismo entre empresas podrá ser disparadora para abrir nuevos mercados y/o liderar otros.