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Kausachun revolución

Actores Productivos

Cuando revisamos las definiciones que tiene el diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra revolución, leemos, entre otras: ‘Cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional’ y ‘Cambio rápido y profundo de cualquier cosa’. Descartando la violencia, porque la vía pacífica es posible plenamente, creo que bien podríamos iniciar una auténtica transformación del Perú que lo haga más justo, viable y solidario.

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Es bien sabido que el hambre es uno de los peores agentes de muerte en la historia del mundo. Mata al 16% de las personas que pierden la vida cotidianamente, y afecta directamente a más de 820 millones de personas en el planeta. Estamos muy lejos de cumplir con el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU de Hambre Cero. Al Perú no le va bien en este rubro. Según el INEI, más de 4 millones de nuestros compatriotas malviven en condiciones de inseguridad alimentaria. 40% de los niños entre 6 y 36 meses tiene anemia y el 12.1% de ellos padece de desnutrición crónica. Nos encontramos muy lejos de la proyección del Estado que esperaba llegar al Bicentenario de la Independencia con 19% de anemia y 6% de desnutrición. En éste, como en otros aspectos, no hay razón para celebrar, sino para revolucionar.

El Perú entero debería proponerse un gran giro, para que todos sus habitantes tengan acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos; lo que significaría alcanzar la tan anhelada Seguridad Alimentaria. Se dice fácil, aunque hacerlo será arduo. No actuar y mantener las cifras expuestas líneas arriba, provocará niños que nunca alcanzarán su desarrollo cerebral y físico plenamente, por lo que vivirán en desventaja, exclusión, y por lo tanto, en pobreza permanente. No hay peor marginación que esa. El arma más importante para este espectacular proyecto revolucionario, se encuentra en nuestro mar, que contiene la mayor reserva de proteínas, nutrientes y Omega 3 del mundo. No se puede admitir que en regiones como Puno, el 76% de los menores de 3 años crezcan con la anemia que los encadenará a la miseria.

Nuestros pescadores, mypes e industrias están en condiciones de proveer al país de la nutrición que se requiere para forjar una nueva generación de peruanos vigorizados por los frutos que da el Mar de Grau. Una Política de Estado que promueva la pesca y acuicultura como apuesta por la vida, acompañada de la adecuada promoción del consumo de productos hidrobiológicos, serán vitales en tal empeño. Hubo propuestas, ante Qaly Warma, por ejemplo, para dotar a nuestra niñez del Hierro y Omega 3 suficientes de cara a un salto capaz de superar la anemia, y situarnos en niveles del primer mundo en el consumo de los mejores ácidos grasos del planeta. No han sido tomadas en cuenta. Así no gana Perú. En estos 5 años, a pesar de propuestas reiteradas provenientes del sector pesquero, el Estado se ha encargado de convertirlas en absurdas acciones y nuevas oportunidades perdidas.

Decía Fernando Cabieses que “El Perú nació en el mar”, refiriéndose a que los antiguos peruanos encontraron en sus aguas, el sustento para su nutrición y prosperidad económica. Hoy podemos decir que la Revolución Peruana la lograremos los hombres y mujeres de nuestra patria, cuando cambiemos el tétrico rostro de hambre que ensombrece nuestras tierras, por el resplandeciente semblante de una niñez con igualdad de oportunidades para un futuro que sí será firme y feliz por la unión. ¡Kausachun Revolución!, ¡Viva la Revolución!

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