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La pandemia de los fletes marítimos

Actores Productivos

La pandemia, no solo menoscabó la salud de los humanos, sino que además trajo trastornos en la economía que impactaron en todo el planeta. Uno de ellos es el del descontrolado aumento de los fletes marítimos, que repercute en los bolsillos de los consumidores. El hecho de que en todos los puertos del mundo hubiera menos gente que laborara en la cadena logística y que existieran menos bienes producidos, generó también una menor cantidad de buques operativos. Por otra parte, cuando un barco partía de China y llegaba a puertos de América o Europa, lleno de contenedores, debido a las limitaciones propias de la crisis sanitaria, no podían devolverse con mercancía como solían hacer, y por ello se generó una escasez de estos depósitos. Cuando se comenzó a normalizar la vida productiva de los países y se incrementó la demanda de transporte, los precios subieron porque no había cómo atenderla satisfactoriamente.

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Según la BBC, la naviera danesa Maersk (la más grande del mundo), en el tercer trimestre de 2021, tuvo el periodo de mayor rentabilidad en sus 117 años de vida. En las rutas de Asia a Estados Unidos o América del Sur, los precios llegaron a subir hasta 500%. El flete por un contenedor que costaba 2,000 dólares antes de la pandemia, llegó a costar más de 12,000 dólares. Por eso, no es de extrañar que se diga que en 2021 las compañías del trasporte marítimo ganaron 150 mil millones de dólares, cuando entre el 2000 y 2019 solo habían obtenido beneficios por 83,500 millones. Como dice Ignacio Fariza del diario español El País: “Son las grandes, y casi únicas, ganadoras de los cuellos de botella en el comercio global”.

Nuestro país ha padecido históricamente de las inequidades del comercio internacional, las que se han incrementado en la era del coronavirus. Uno de nuestros principales competidores en diferentes sectores como pesca y agro, que es Chile, ha tenido siempre mejores tarifas para sus fletes marítimos, a pesar que sus puertos como Valparaiso o Talcahuano quedan a mayor distancia, con respecto a Callao o Paita, de destinos como Corea, China y España. Así en 2019, el transporte de un contenedor desde Talcahuano a Busan (Corea) costaba 2,150 dólares mientras que desde Paita se debía pagar 3,175 dólares, vale decir, desde puerto nacional debíamos gastar 48% más que los sureños para hacer llegar nuestra pota a dichos mercados. Entre 2020 y 2021 se llegaron a pagar tarifas delirantes que superaron los 12 mil dólares por contenedor, luego se fue normalizando el flujo de mercancías, pero los costos siguen por encima que en 2019. De manera que, en agosto de 2022, por un contenedor de Talcahuano a Busan se pagó 3,410 dólares y desde Paita al mismo destino, teníamos que pagar 8,932 dólares. En resumen, pagamos 162% más que Chile y 181% más de lo que se abonaba antes de la pandemia. ¿Se puede ser competitivo así?

Si se mantiene esta situación, o se agrava con la guerra en Ucrania, se puede afectar seriamente la exportación de productos agrarios y pesqueros como uvas, arándanos, mangos, cítricos, granadas, espárragos, paltas, pota, concha de abanico, langostinos, etc. El Estado, a través de OSITRAN e INDECOPI, debería verificar que no se especule contra el Perú en este campo; acompañar a sus empresas a diversificar mercados; auspiciar el cabotaje y promover la competitividad de nuestros puertos. Este es un tema de interés nacional, decenas de miles de empleos están en juego, pero, ¿habrá Estado?

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