Pesca sí, petróleo no
En marzo de 2018, mientras el expresidente Pedro Pablo Kuczynski redactaba su carta de renuncia, firmó cinco Decretos Supremos que autorizaban la exploración y explotación petrolera en igual número de lotes ubicados en el zócalo continental del mar peruano, entre Tumbes y Áncash. La falta de legitimidad, los riesgos para los pescadores y acuicultores, así como las numerosas sospechas de irregularidades denunciadas por el Congreso y la ciudadanía, originaron su derogatoria dos meses después.
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La empresa Savia es una de las principales operadoras de hidrocarburos en el mar peruano. Tiene seis áreas principales con 1,495 pozos perforados y opera con 85 plataformas en profundidades menores de 120 metros. En su historia, ha tenido numerosos incidentes que han deteriorado su relación con los pobladores del litoral. Según el portal web Mongabay, entre 2011 y 2019, protagonizaron 40 emergencias ambientales. En los últimos años, habrían tenido más de 60 derrames y se produjo el hundimiento de su plataforma “Querubín”. El biólogo y reconocido investigador Edwin Vegas Gallo, reclamó una auditoría ambiental a la zona marina que comprende el lote Z-2B de Savia por la contaminación que ha ocasionado la merma de la pesquería artesanal y del turismo en la región.
Como todos recordamos, Repsol protagonizó un derrame de 12,000 barriles de petróleo en Ventanilla en enero de 2022. A pesar de que la empresa pretende que ya se resolvió todo y que no les corresponde mayor responsabilidad en los daños producidos, se estima que hubo 48 playas afectadas, un área en la franja de playa de casi 2 millones de metros cuadrados y más de 7 millones de metros cuadrados en el mar, cuyos efectos aún se perciben. La compañía transnacional enfrenta 13 procesos administrativos sancionadores y algunas demandas judiciales, mientras que centenares de pescadores siguen con su proyecto de vida frustrado por un derrame que no provocaron.
La semana pasada, el Ministro de Energía y Minas anunció que la compañía Anadarko encontró en el litoral de La Libertad un potencial petrolero de 200,000 barriles diarios que deberá ser confirmado en la próxima etapa exploratoria. Al respecto, Vegas Gallo comenta que la sísmica es dañina por naturaleza porque implica bombardeos acústicos submarinos que impactan negativamente en la fauna marina, especialmente de los mamíferos migrantes como las ballenas, y exige que se haga público el mapa de los riesgos e impactos en el mar liberteño.
La pesca tiene más de 5,000 años de existencia en el Perú, mientras que la actividad petrolera apenas cuenta con 160 años de historia, por lo tanto no cabe discutir qué actividad se instaló primero. Siendo conscientes de la necesidad de aprovechar nuestros recursos naturales, es fundamental comprender que no se debe imponer la explotación de hidrocarburos si no es sostenible o si va a poner en riesgo, por ejemplo, a la pesca y acuicultura.
Según el sabio Farouk Al-Kasim, artífice del desarrollo ecológico de la actividad petrolera en Noruega, el objetivo clave para una nación es crear valor óptimo y sostenible a partir de la extracción de sus recursos hidrocarburíferos, asegurándose de no dañar otras actividades económicas, manufacturas, el medio ambiente, etc.
Es importante prevenir cualquier impacto negativo mediante un monitoreo constante y asegurar el cumplimiento de la legislación vigente que garantice un impacto favorable en la sociedad.
Si esto no se cumple, es entendible e incluso justificado el clamor popular de “¡Pesca sí, petróleo no!”. Mientras el Estado no lidere el aprovechamiento sostenible de los recursos, el futuro será siempre sombrío.