Por la boca muere el pez
El 30 de marzo, el Presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, hizo unas declaraciones lamentables, que han causado una nueva sensación de hartazgo en la ciudadanía por la falta de sensibilidad ante los problemas que ésta enfrenta. Consultado sobre el desabastecimiento de pollo, respondió: “No veo tanta escasez en los mercados… ahí está el pollo. Lo que pasa es que ha subido el precio. Hay oferta, pero no hay demanda, porque el precio ha subido. Y los precios por ley no es posible que los podamos bajar… Hay que acostumbrarnos, los peruanos, a consumir pescado que tenemos en bastante cantidad”.
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Esta reacción, en el peculiar estilo del doctor Torres, se recibió muy mal por la opinión pública, y en las redes sociales fue comentada con disgusto. Desde el punto de vista de quienes laboran en el sector pesquero, no es menos decepcionante. La promoción del consumo de productos hidrobiológicos debe obedecer a una política nacional y no a impulsos. No puede ser “el mal menor” o el “peor es nada”. Los beneficios, entre otros, por su alto contenido de proteínas y de ácidos grasos como los Omega 3, han hecho que el consumo mundial de pescado aumente de 9 a más de 20 Kilogramos entre los años 60 y la actualidad, y su aceptación sigue en ascenso. No es el último recurso para alimentarse, sino el mejor.
Por eso se ha reclamado que en la Política General de Gobierno (2021- 2026) publicada el pasado octubre, no se hable de pesca en los ejes de intervención; que no se le considere uno de los pilares en la lucha contra la anemia y desnutrición; que no haya un plan para desarrollar la indispensable cadena de frío con desembarcaderos adecuados; que siga pendiente la formalización de la pesca artesanal; que no se proteja nuestra pota de la voraz flota asiática que la acecha; que no se aproveche la enorme capacidad productiva ociosa; que la acuicultura sea ignorada cuando no obstaculizada y un largo etcétera. Pareciera, además, que don Aníbal desconoce que los precios del pescado aumentan conforme se acerca la Semana Santa, la cual inicia mañana. Mal se podría hablar de precios bajos y consumo masivo mientras no exista una visión que ponga al Estado en su rol promotor, del que ahora se encuentra alejado.
Los sucesos de los últimos días, dan cuenta de una falta de sintonía del gobierno con el sentir ciudadano, la que se ha acrecentado con desatinos como cuando el ministro de Justicia, Félix Chero, minimizó el peso sobre la población por la inmovilización fallida del 5 de abril al aseverar “No creo que se queden sin comer porque es un día”. Las reiteradas declaraciones absurdas del titular de la PCM no solo son desconcertantes, sino que maltratan a la Policía Nacional, pretenden reivindicar al fascismo y al mayor criminal de la historia contemporánea mundial, así como ofenden a los peruanos y dañan la imagen del pescado como alimento. Su inmediata jubilación política se da por hecha.
En un gobierno cuyo Despacho Presidencial gasta en 3 meses, 2 millones de soles para compras de bifes, lomos y otras carnes (sin incluir jurel ni demás pescados populares), las palabras de Aníbal Torres parecieran propias de alguien que sufre el denominado Síndrome de María Antonieta, que alude a una presunta respuesta de la posteriormente descabezada esposa de Luis XVI, quien ante la falta de pan que aquejaba a los pobres de Francia respondió “Que coman pasteles”. Por la boca muere el pez.
Los gobernantes deben cuidar sus palabras.